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-Santa Misa presidida por el Papa Francisco: Sábado 9 de mayo 2020

Sábado 9 de mayo 2020
El papa Francisco preside la misa en la capilla de la Casa Santa Marta el sábado de la cuarta semana de Pascua. En la introducción, ha recordado la memoria de Santa Luisa de Marillac, rezando por las hermanas vicentinas que ayudan al Papa, y dirigen el dispensario pediátrico que está en el Vaticano, y por quienes viven en la Casa Santa Marta. La memoria de Santa Luisa de Marillac se celebra normalmente el 15 de marzo, pero siendo Cuaresma se ha trasladado a hoy. Las hermanas que trabajan en la Casa Santa Marta pertenecen a la Congregación de las Hijas de la Caridad, la Congregación fundada por Santa Luisa de Marillac (familia vicentina). Una pintura de la santa fue llevada a la capilla. Esta es la intención del Papa hoy:

Hoy es la conmemoración de Santa Luisa de Marillac: recemos por las hermanas vicentinas que llevan adelante este dispensario, este hospital durante casi 100 años y trabajan aquí, en Santa Marta, para este hospital. Que el Señor bendiga a las hermanas.

En su homilía el Papa comentó el pasaje de los Hechos de los Apóstoles (Hechos 13:44-52) en el que los judíos de Antioquía "llenos de envidia y con injurias" contrastan las declaraciones de Pablo sobre Jesús. Luego intigan a las mujeres piadosas de la nobleza y a los principales de la ciudad, provocando una persecución que obligó a Pablo y Bernabé a abandonar el territorio.

Por un lado - dijo el Papa - está el Espíritu Santo que hace crecer a la Iglesia, pero por otro lado está el espíritu maligno que trata de destruir la Iglesia: siempre es así, se va adelante, pero luego viene el enemigo para destruir. Cuánta fatiga, cuánto martirio en este crecimiento. Está siempre esta lucha. Por un lado, la Palabra de Dios que hace crecer y por otro la persecución. El instrumento del diablo para destruir la proclamación del Evangelio es la envidia, es la envidia, los celos del diablo. Es la rabia del diablo que destruye, siempre quiere destruir. Viendo esta lucha, es válida para nosotros esa hermosa expresión: la Iglesia va adelante entre los consuelos de Dios y las persecuciones del mundo. Es así: hay siempre una lucha. El Espíritu Santo crea la armonía de la Iglesia y el espíritu maligno destruye, hasta hoy. Los poderes temporales son un instrumento de esta envidia. El poder del mundo contra el poder de Dios. Detrás del poder está el dinero. La verdad es silenciada desde la mañana de la Resurrección a través del poder temporal y el dinero. La confianza del cristiano - concluyó el Papa - está en Jesucristo y el Espíritu Santo, no en el poder temporal y el dinero.

 

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