En 1571 la cristiandad de toda Europa estaba amenazada por los turcos (musulmanes). El Papa San Pío V pidió se rezara el Rosario para obtener la victoria, suplicándole a la Santísima Virgen su auxilio ante aquel peligro.
Estando en gran desventaja tuvo lugar una milagrosa victoria que cambió el curso de la historia, gracias a Nuestra Madre.
En agradecimiento, el Papa San Pío V instituyó la fiesta de la Virgen de la Victoria, después conocida como la fiesta del Rosario, que San Pío X fijó en el 7 de Octubre.