Como es bien sabido, la justicia de Pakistán es una farsa macabra que suele perjudicar a las minorías religiosas, contra las que se usa impunemente las leyes antiblasfemia. El último caso es especialmente perverso, pues al cristiano Zafar Bhatti se le ha cambiado la pena de cadena perpetua por la pena de muerte. Su mujer asegura que le han ofrecido apostatar para ser libre, algo a lo que se ha negado.