Una encuesta desveló en 2022 que, por primera vez, más del 50% de la población holandesa se define como atea o agnóstica. Nada que ver con lo que pasaba a finales de los años 50 y principios de los 60, según recuerda el cardenal Willem Eijk, de 71 años, médico antes de ser sacerdote, arzobispo de Utrecht. En aquel entonces las iglesias estaban llenas (hoy están a la venta en todo el país) y en muchas parroquias había hasta cuatro misas el domingo, una de ellas misa mayor.