La Santa Sede ha pedido en China el cese de “presiones intimidatorias” a católicos no oficiales.
Pekín obliga a los sacerdotes a registrarse pero en el documento se comprometen a respetar la “independencia, autonomía y autoadministración de la Iglesia”. El Vaticano dice que si se refiere a la normal autonomía de las diócesis, esta frase es correcta. Pero que no debe interpretarse como separación del Papa y de la Iglesia universal. A pesar del acuerdo firmado por el Vaticano y China en septiembre de 2018 las relaciones siguen siendo delicadas. Todavía queda mucho camino que recorrer de cara a la normalización de las relaciones.