El 31 de mayo la Iglesia celebra una de las grandes y más antiguas solemnidades marianas, la Visitación de María a su prima Isabel, con la que además se pone un gran broche de oro a mayo, el mes de la Virgen.
La fiesta aunque ya se celebraba desde los inicios del cristianismo, en Occidente fue introducida en el calendario romano en el siglo XIV, y cambió a su fecha actual, el 31 de mayo, tras la reforma del calendario después del Vaticano II.
La visitación deja una de las escenas más bellas de las Escrituras, el encuentro entre María e Isabel, pero también entre Jesús y Juan el Bautista, ambos todavía en el seno de sus madres. Además, aquí María pronuncia el Magnificat, una de las oraciones más importantes en la Iglesia y que se reza universalmente a diario en las Vísperas.