En la última semana del tiempo ordinario de la liturgia, el Santo Padre celebró junto a los jóvenes la Solemnidad de Cristo Rey, y como el Señor, ejerció un servicio de acogida y preocupación por las personas más necesitadas. Junto con recibir a los nuevos embajadores en la Santa Sede, Francisco abogó por el fin del flagelo del trabajo infantil, mientras que en la Audiencia General de los miércoles propuso a san José como modelo de las personas sencillas.