El 19 de octubre de 2012 Maurice Agob estaba en la tienda de bebidas alcohólicas abierta por sus hijos en Alepo, Siria. Irrumpieron tres fundamentalistas islámicos, le apuntaron con un arma y le ataron las manos. Le robaron todo lo que tenía y lo metieron en el maletero de un coche. Luego pasó dos días sin comer en una habitación abandonada junto a otros presos, esperando el destino fatal...