Hace un año Italia estaba siendo uno de los países más castigados por el virus, con casi mil fallecidos al día, acababa de superar el número de víctimas declarado por China.
Por eso, para enfermos, sanitarios, y para quienes estaban confinados en sus casas, este gesto del Papa bajo la lluvia, en una plaza desierta fue también un momento necesario de oración, cercanía y consuelo.