Durante unos meses, en las paredes del palacio Barberini de Roma colgará “La Madonna Esterhazy”, la tabla que Rafael pintó en 1508, con sólo 25 años. Es una de las obras clave de la pintura renacentista y marca el cambio del periodo florentino del autor, al romano, cuando lo convocaron para decorar las estancias de los apartamentos papales.