50.000 peregrinos que asistieron en la plaza de San Pedro a la ceremonia con la que comienza la Semana Santa, la misa del Domingo de Ramos.
En su homilía, el Papa recordó que el Domingo de Ramos es siempre dulce y amargo porque se recuerda que Jesús entró aclamado por la multitud en Jerusalén para ser crucificado unos días después. Es la prueba de que era el auténtico mesías...