Francisco reservó sus últimas energías en Panamá para encontrarse con los miles de voluntarios que han trabajado generosamente para que esta JMJ haya sido todo un éxito.
En primer lugar, Francisco les dio las gracias por su desinteresado servicio y su compromiso.
El Papa les dijo que con su trabajo todos ellos habían demostrado que es posible renunciar a los propios intereses en favor de los demás. Por último, el Papa les invitó a hablar a todo el mundo de su experiencia como voluntarios y que lo hagan, no tanto con las palabras sino con los gestos capaces de “armar un lío constructivo”.