Quienes creen en el Hijo de Dios “no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios” (Jn 1,12). El Papa emérito Benedicto XVI explicaba este versículo de esta manera: En los que creen, “la fe les da un nuevo nacimiento: entran en el origen de Jesucristo, que ahora se convierte en su propio origen”. “Nuestra verdadera «genealogía» es la fe en Jesús, que nos da una nueva proveniencia, nos hace nacer «de Dios»”.
Es importante que mantengamos una relación concreta con Cristo, para que este nacer de Dios se haga realidad en nosotros. El Beato Padre María Eugenio del Niño Jesús, meditando sobre el adviento, decía que “debemos de llenar nuestra alma, nuestra inteligencia, nuestra memoria, de Jesucristo. No hay salvación fuera de él, no hay luz fuera de él, no hay alimento ni vida fuera de Jesucristo. Entonces nuestra oración debe estar llena de Él.”