En las últimas tres semanas, más de 400.000 rohinyás han tenido que cruzar la frontera de Myanmar a Bangladés para huir de la persecución. El 60% son niños. Sin embargo, el país fronterizo les prohíbe la entrada y miles han quedado atrapados en la frontera.
Esta minoría musulmana es considerada como una invasora por el gobierno birmano, aunque hace décadas que están instalados allí. Se les niegan los derechos fundamentales, y lo que comenzó siendo un hostigamiento legal degeneró en ataques armados denunciados por la ONU.