Las víctimas son personas de clase social baja, vulnerables y, ahora también presa fácil del coronavirus. En muchos casos su estatus hace que los miren como criminales y no como víctimas: por ejemplo, migrantes o prostitutas.
Puesto que es difícil saber quién es víctima, la mejor herramienta es educar en prevención. Las religiosas dicen que la educación para prevenir no solo debería centrarse en las nuevas generaciones, sino también en los juristas.
Estas religiosas son la prueba del compromiso de la Iglesia católica contra la explotación.