Durante la audiencia general el Papa recordó cómo las persecuciones contra San Pablo crecieron con el paso del tiempo.
Dijo que el apóstol fue “prisionero en cadenas, humillado y tratado como malhechor”. Sin embargo consideró también que San Pablo no se sintió desdichado sino que vio la persecución como “un eficaz instrumento misionero para animar a los hermanos en el Señor a anunciar sin miedo la Palabra”.