En el Palacio de Cotroceni le esperaba el presidente Klaus Iohannis y su mujer Carmen Lăzurcă.
Rumanía ha sufrido el peso de décadas de régimen comunista y de la emigración. La pobreza ha llevado a emigrar al 14% de su población en los últimos 30 años. El Papa transmitió un mensaje de esperanza, suave pero exigente. Recordó los logros conseguidos desde la caída del comunismo, como el aumento de libertades y la instauración de la democracia. Sin embargo dijo que el país debe cambiar de mentalidad.
“Para afrontar los problemas de esta nueva fase histórica, para individuar soluciones eficaces y encontrar la fuerza para aplicarlas, es necesario que crezca la colaboración positiva de las fuerzas políticas, económicas, sociales y espirituales. Es necesario caminar juntos. Se trata de mejorar, además de las condiciones materiales, el alma de vuestro pueblo”.