El Papa ha concluido uno de los puntos de la audaz reforma económica del Vaticano: conseguir que la entidad financiera de la Santa Sede, el Instituto para las Obras de Religión, sea más transparente. Para eso, a partir de ahora, por ley y por primera vez en su historia, sus cuentas serán revisadas por una auditoría externa. Así se adecúa a los estándares de transparencia y control exigidos por Bruselas.