“Una enfermedad de la humanidad, un vicio asqueroso que confunde hacer el amor con ventilar los instintos torturando a una mujer indefensa” con esta dureza habla el Papa del drama de la prostitución. Dice que es una herida a la conciencia colectiva de la humanidad y que una persona no puede ser puesta en venta.
Palabras que son parte del prólogo del libro “Mujeres Crucificadas” del sacerdore Aldo Buonaiuto. Francisco recuerda como se sintió cuando visitó a un grupo de mujeres exprostitutas, en el año de la Misericordia.
Además, dice que liberar a estas pobres esclavas es un gesto de misericordia y un deber para todos los hombres.