En la catequesis de este miércoles 7 de septiembre, el Papa reflexionó en la figura del discernimiento por excelencia: San Ignacio de Loyola.
“Cuando Ignacio estaba convaleciente, después de haber sido herido en una pierna durante una batalla, se dedicó a leer. Él hubiera preferido las historias de caballería, pero en su casa sólo había libros de santos”. Dijo que estos relatos le suscitaban pensamientos que aunque al principio le suscitaban “cierta resistencia, finalmente experimentaba una profunda paz y alegría. Por eso, san Ignacio recomendaba leer las vidas de los santos, porque nos ayudan a ver cómo actúa Dios en nuestra propia existencia, en nuestra historia concreta”, señaló el pontífice.