Al final del Via Crucis, el Papa hizo una oración pidiendo por la paz, el perdón y el fin de las armas.
"Tómanos de la mano, como un Padre, para que no nos alejemos de Ti. Convierte nuestros corazones rebeldes a tu corazón, para que aprendamos a seguir planes de paz. Haz que los adversarios se den la mano, para que saboreen el perdón mutuo. Desarma la mano levantada por un hermano contra el otro para que, donde haya odio, florezca la concordia".