El Papa visitó la Casa di Leda, a las afueras de Roma, un hogar en el que viven mujeres que han cometido delitos menores y que están en semi-libertad acompañadas por sus hijos pequeños.
De esta forma estas mujeres pueden vivir con sus hijos en un entorno más amable que las frías paredes de una cárcel. La casa pertenecía a una organización criminal. Fue confiscada y ahora se utiliza para ofrecer una oportunidad a estas madres.