Los gestos del Papa Francisco son más fuertes que sus palabras. Durante una ceremonia penitencial en la Basílica de San Pedro, se acercó a un confesionario. No iba para confesar a otros, sino para que le confesaran a él.
Minutos antes, en su homilía subrayó que la conversión es un proceso que dura toda la vida, y no sólo la Cuaresma. También citó dos puntos esenciales para quienes quieran cambiar de vida...