“Cuando tú das limosna, ¿miras a los ojos del mendigo? ¿Le tocas la mano para sentir su carne?”. Son algunas de las preguntas que nos planteó ayer el Santo Padre antes de rezar la oración mariana del Ángelus desde el balcón pontificio: “¿Cómo miro a un mendigo? ¿Lo ignoro? ¿Lo miro como lo hace Jesús? ¿Soy capaz de entender sus interpelaciones, su grito de ayuda?”

Este domingo, el Papa Francisco ha reflexionado sobre el evangelio hodierno según el evangelista Marcos que relata la historia de la sanación del mendigo ciego Bartimeo a quien todo el mundo ignoraba y Jesús en cambio se paró a escuchar y sanar: “Pensemos en nosotros, cuando por el camino nos cruzamos con algún mendigo, cuántas veces miramos para otro lado, cuántas veces lo ignoramos, como si no existiera. Y nosotros, ¿escuchamos el grito de los mendigos?”

Francisco recuerda que servir y amar al prójimo nos transforma y que dar limosna no solo es un acto de caridad, sino también un camino para abrir nuestros corazones y recibir gracia. De hecho, explica que al acercarnos a los pobres encontramos a Jesús: “Cuando tú te acercas a un pobre y te haces sentir cercano, es Jesús que se acerca a ti en la persona de ese pobre. Por favor, no confundamos: la limosna no es beneficencia. El que recibe más gracia de la limosna es el que la da, porque se hace mirar por los ojos del Señor”.

Tras rezar a la madre del cielo, el Papa se unió al luto del sacerdote mexicano Marcelo Pérez, asesinado hace pocos días en Chiapas. El Papa quiso así recordar a cuantos dan su vida por su fe y su compromiso con la comunidad: “Me uno a la amada Iglesia de San Cristóbal de las Casas, en el estado mexicano de Chiapas, que llora al sacerdote Marcelo Pérez Pérez, asesinado el domingo pasado. Un dedicado servidor del Evangelio y del pueblo fiel de Dios. Su sacrificio, como el de otros sacerdotes asesinados por fidelidad al ministerio, sea semilla de paz y de vida cristiana”.