Hace unos días, la catedral de Managua, la capilla de la Sangre de Cristo, fue atacada con un cocktail molotov que la ha dejado en este estado.
Los obispos de Nicaragua definen el ataque como un acto de sacrílego y de intolerancia y el cardenal Brenes lo llama “acto terrorista”. El gobierno asegura que el incendio lo provocaron las velas que colocan los fieles entorno a la figura del Cristo.
Incluso el Papa, muy pendiente de la situación de Nicaragua a través de canales oficiales como el Nuncio y de otros oficiosos, condenó el ataque.