El jesuita holandés Frans van der Lugt llevaba 50 años en Siria. Vivía en Homs, la ciudad que vivió uno de los episodios más sangrientos de la guerra civil. Estuvo tres años sitiada, entre 2011 y 2014. La gente moría literalmente de hambre.
Pocas semanas antes del final de la batalla alguien llamó a la puerta de su residencia y le quitó la vida a tiros.
Tenía 75 años y su muerte conmocionó a los habitantes que quedaban en la ciudad, también a musulmanes como Samer Al-Dahhak.