El Domingo de la Divina Misericordia contemplamos la misericordia de Dios con una confianza total, especialmente en esta difícil situación que estamos viviendo. ¡Cuánto le duele al Señor este pecado de desconfianza! Por eso, el P. Félix insiste en que, en este momento en el que tantas personas están muriendo en soledad, y tantas otras sufren intensamente, el pueblo de Dios —en virtud de su sacerdocio común— está llamado a interceder y a rezar intensamente, implorando la misericordia por el mundo.