En los amplios pasillos del Coliseo romano, ahora se puede ver un pedazo de Pompeya, la ciudad con la que Roma estrechó lazos en el siglo IV a.C., durante su expansión. La exposición cuenta cuatro siglos de historia, desde el final del siglo cuarto hasta el 79 d.C. cuando fue la erupción. Esta borró Pompeya del mapa pero al mismo tiempo la inmortalizó.