A orillas del Mediterráneo se erigió una ciudad faraónica, una obra de ingeniería adelantada a su tiempo que convirtió Palestina en el centro del imperio romano oriental. Solo Roma superaba a Cesarea Marítima. Esta era la residencia del prefecto romano y fue, por tanto, la casa de Poncio Pilato. Cada año por Pascua, el gobernador se desplazaba a Jerusalén. Fue entonces cuando Pilato conoció a Cristo y lo sentenció. San Pablo pasó dos años encarcelado dentro del palacio de Herodes. Después fue llevado a Roma. Hay gran cantidad de referencias bíblicas a Cesarea Marítima, un lugar al que hoy en día también acuden muchas peregrinaciones cristianas tras las huellas de los primeros años de la fe.