En Pakistán la introducción de la Ley de la Blasfemia a finales de los 80 ha promovido dar rienda suelta al revanchismo. Basta acusar a una persona de haber faltado al respeto a Mahoma o al Corán para poner en riesgo su vida.
Joseph Coutts, arzobispo de Karachi, explica que esta herramienta es un azote para todos, no solo para las minorías religiosas. Recuerda el caso de Mashal Khan el de Asia Bibi y tantos otros muestran que la ley de blasfemia se ha convertido en un flagelo.