Desde el siglo IV al XIV, los papas vivieron establemente aquí, en el Palacio Apostólico de Letrán, junto a la basílica del mismo nombre que es la catedral de Roma.
El edificio fue reconstruido en el siglo XVI bajo el pontificado de Sixto V que lo convirtió en su residencia de verano. Actualmente acoge las oficinas de la diócesis de Roma. Su interior se ha abierto al público con visitas guiadas organizadas por los Misioneros de la Divina Revelación.