La toma de la ciudad siria de Alepo por parte de los rebeldes yihadistas deja un futuro incierto para unos 25.000 católicos en Siria.
Las iglesias por ahora siguen abiertas, aunque hay toque de queda impuesto por los radicales, y el clero permanece en el país. Obispos de todas las confesiones han llamado a estar unidos en un clima que vuelve a ser de incertidumbre y miedo. Este conflicto ya había dejado unos 300.000 fallecidos y unos seis millones de desplazados.