El Santo Padre visitó la obra misionera del padre Pedro Opeka: la comunidad Akamasoa construida encima de un basurero como signo de esperanza en medio de la pobreza y la destrucción. Papa Francisco agradeció a todos por esta impresionante labor de dignidad humana y alentó a los jóvenes "a no bajar nunca los brazos ante la pobreza, ya que ser pobre no es una fatalidad, siempre hay esperanza", dijo.