La plaza entera estalló en un fuerte aplauso ante la que fue la primera aparición pública de Francisco tras salir del hospital dos semanas antes.
Lo hizo al final de la misa celebrada con motivo del jubileo de los enfermos. Una misa que debía haber presidido él, pero que las circunstancias lo impidieron.
Llevaba el oxígeno y estaba visiblemente más delgado.