Con las campanas sonando de fondo en la basílica, el Papa Francisco se convertía en el primer peregrino de este Año Santo. Un momento de gran expectación, ya que se esperaba que el papa abriese la puerta de pie, como hizo en 2015. No fue así.
El pontífice de 88 años estuvo resfriado días antes, pero eso no le impidió estar presente en esta misa del gallo, a pesar de las bajas temperaturas en Roma.
De hecho, pronunció una homilía de unos 10 minutos en esta celebración, que da la bienvenida a la navidad.