Este acuerdo se firmó por primera vez en el año 2018 pero se renovaba solo cada dos años. El documento no es público pero afronta una cuestión central: el nombramiento de obispos.
No toda la Iglesia clandestina aceptó este acuerdo pero en el Vaticano siempre han optado por dialogar con el gobierno de Xi Jinping. La llaman la política de los pequeños pasos con las que un día se espera que un pontífice pueda pisar tierras chinas.