El documental de la diócesis de Getafe, “Diego de Pantoja, puente en Oriente y Occidente”, lo cuenta. Este jesuita, nacido en la localidad madrileña de Valdemoro, llegó donde san Francisco Javier no pudo.
Para el obispo de Getafe, Diego de Pantoja siguió la tradición evangelizadora de los jesuitas de su época. Se mezcló con la cultura local y les habló de Dios sin miedo.
Diego de Pantoja era un hombre renacentista. No solo tenía facilidad con la pluma o las ciencias. También tocaba con maestría el clavicordio. Este fue precisamente su pasaporte a la Ciudad Prohibida de Pekín. Le regaló uno al emperador, además de relojes, y este quiso aprender a tocarlo.