Durante la audiencia general el Papa explicó que “las manos, los ojos, los gestos de María son un catecismo viviente, que nos muestran cómo adorarlo en el pesebre, cómo seguirlo en el servicio a los hermanos y cómo acompañarlo en el extremo sacrificio de la cruz”.
Recordó que, además, ella intercede por “nosotros pecadores en cada circunstancia”. Dijo que si no abandonó a su Hijo en la cruz tampoco abandonará a quienes “durante esta cruel pandemia, se encuentran solos y desamparados”.