Las primeras palabras del papa Francisco en la República Democrática del Congo fueron duras. Desde el corazón del continente africano denunció la explotación salvaje de sus recursos por parte del primer mundo.
Francisco pidió a las autoridades locales que actúen con transparencia y que inviertan en educación. Y a la comunidad internacional que ayude a desarrollar países como este sin caer en el asistencialismo que impide el desarrollo.