En el estadio de Kinsasa se vivió una explosión de alegría. Más de 65.000 gargantas recibieron a Francisco con un entusiasmo que hacía tiempo que no se veía en viajes papales, cuyos últimos viajes fueron a países como Baréin o Kazajistán, donde los cristianos son minoría.
Los presentes eran jóvenes y catequistas, principalmente. A ellos Francisco dedicó una larga reflexión basada en cinco puntos: la importancia de rezar, de la honestidad, de perdonar, de servir y amar la propia comunidad.
Francisco también pidió que todos rezaran en silencio durante unos instantes y que pensaran en las personas que les habían ofendido para perdonarlas y pasar página.
El papa tocó el corazón de los congoleños con sus palabras y con su presencia. Y ellos respondieron con entusiasmo.