Con la presencia de la comunidad francesa residente en Roma, el Santo Padre conmemoró la fiesta de todos los difuntos en el Cementerio de Monte Mario, que custodia a más de 1.800 soldados franceses caídos durante la Segunda Guerra Mundial. El Papa, una vez más, hizo un ferviente llamado a detener el comercio de armas en el mundo, que sigue sembrando violencia, guerra y muerte.