Desde finales de junio, la violencia en el oeste de Sudán del Sur ha obligado a casi 80.000 personas a abandonar sus hogares. Viven en tiendas, sin acceso a agua potable, alimentos, hospitales y educación.
Una del Consejo de Iglesias de Sudán del Sur, formado por protestantes y católicos visitó uno de los lugares en los que se han instalado estas personas hasta que se les permita regresar a casa.
La colaboración entre las distintas comunidades cristianas de Sudán del Sur ha sido fundamental para el actual proceso de paz. Pero mientras se aplica, siguen consolando a quienes pagan en su propia piel la violencia y la destrucción en este país.