Por segundo año tras la pandemia, el Coliseo de Roma albergó el Via Crucis del Viernes Santo.
Pero esta vez, debido al frío en la ciudad, el papa Francisco siguió el evento desde su residencia en Casa Santa Marta, en el Vaticano.
El Papa eligió como lema “Voces de paz en un mundo en guerra”. Las meditaciones giraron en torno a los testimonios que Francisco escuchó durante sus eventos y viajes apostólicos. Fueron escritas por hombres y mujeres que habían sufrido la pobreza, la injusticia o la violencia.
El Via Crucis terminó con una oración y 14 “gracias” en memoria del sacrificio de Jesús en la Pasión.