En la audiencia general, el Papa recordó a Saulo de Tarso, quien, “con la autorización del sumo sacerdote, perseguía a los cristianos, siendo intransigente con los que pensaban diferente a él”.
El futuro apóstol se convirtió cuando, durante una aparición, Jesús “le dejó claro que perseguir a un miembro de la Iglesia era hacerlo a Él mismo”.
A partir de entonces, Saulo “se ve a sí mismo y a los demás según la mirada de Dios: los enemigos pasaron a ser amigos; y el ímpetu por perseguir a los que no pensaban como él, cambió en pasión por evangelizar, suscitando la fe en muchos corazones”.