Durante la audiencia general el Papa ha explicado cómo invocar la misericordia de Dios. "Más que preguntarnos cuánto rezamos, podemos preguntarnos cómo lo hacemos, o mejor cómo es nuestro corazón para valorar los pensamientos y sentimientos, y eliminar toda arrogancia”, ha explicado.
Siguiendo la parábola del fariseo soberbio y el publicano humilde, ha recordado que este último "arrepentido de sus pecados, mendiga la misericordia de Dios, recuerda la condición necesaria para recibir el perdón del Señor y se convierte en imagen del verdadero creyente”.