El Concilio de Trento fue un milagro, una admirable manifestación de la asistencia del Espíritu Santo a su Iglesia en momentos de especial necesidad. Para D. José Enrique Bustos Pueche, decano y profesor emérito de la Facultad de Derecho de la Universidad de Alcalá de Henares (España), es sorprendente que una Iglesia que parecía sin vigor fuera capaz de redactar unos documentos de un contenido tan sólido a nivel dogmático y disciplinar y que tanta trascendencia han tenido para la teología de la Iglesia. Y es conmovedor descubrir cómo el Espíritu Santo suscita una generación de santos de una talla incomparable a los que confía, de forma carismática, la ejecución del concilio y una renovación que, ciertamente, la Iglesia necesitaba.