Pedro Álvarez vivió una infancia traumática y llena de dolor. Años después, tras recuperar la vida de la gracia y a través de los sacramentos, Pedro superará su adicción a la pornografía, conocerá a la que es ahora su esposa y el Señor le concederá el don inmenso de sentirse amado y perdonado por Él. El Señor cambiará para siempre su vida y la de toda su familia.