Un suceso traumático marcó la infancia de Mauricio Grisales. Las heridas producidas en él le facilitarán la caída en pecados de ámbito sexual. Influenciado por una profesora, comenzó a moverse en el mundo del ateísmo, cada vez más lejos de Dios. Las mujeres y las drogas no le permitieron tener nunca una relación estable, hasta que conoció a una chica gracias a la cual conoció a Dios.