Parecía que los sueños de Dimitri Conejo se habían hecho realidad: finalmente tenía una familia, estaba en España, fuera del orfanato... Pero, ¿estaba todo solucionado con eso? No. Le quedaban todavía grandes batallas que pelear. Una noche de desesperación estuvo a punto de quitarse la vida, pero una pregunta —«¿Qué ha hecho de bueno desde que dejé a Dios?»— y una llamada telefónica le hicieron volver la mirada al único que podía llenar y liberar su corazón. Su vuelta a Dios...