Elvira Lucía Ghisleri fue una hija espiritual del P. Pío. Conoció al famoso santo de San Giovanni Rotondo gracias a que su padre, que era ingeniero, se ofreció al P. Pío para ayudarle a terminar de construir el hospital «Alivio del Sufrimiento», en un momento en que este proyecto se había quedado bloqueado por razones económicas. Gracias a la intercesión del P. Pío,
Lucía obtuvo el milagro de la conversión de su hija, días antes de que esta perdiera la vida en un accidente automovilístico. Un día antes de que ocurriera esta tragedia, Lucía había orado con estas palabras: «Señor, lo mejor para mi hija». Lucía reconoció que lo mejor para su hija era que el Señor se la llevara ya, protegiendo así su alma, finalmente en gracia después de muchos avatares. El Señor pidió a Lucía abrazarse a otras muchas cruces, como una grave depresión en la que llegó a perder memoria, además de siete operaciones. Todos estos sufrimientos los aceptó como voluntad de Dios con ayuda de la oración, la fe, la confianza en el amor de Dios y la intercesión del P. Pío, que le dijo en una ocasión: «Los que quieren ir al Cielo tienen que pasar por el sufrimiento».